Angie y Shirleidys: dos damas de oro, cuotas del Atlántico para el boxeo bolivariano
Las pugilistas se coronaron campeonas la noche del jueves en Valledupar 2022.
Representando la fortaleza y el empuje de la mujer atlanticense, las boxeadoras Angie Valdés y Shirleidys Orozco hicieron sentir el poder de sus puños la noche del jueves en la tarima ‘Colacho Mendoza’, en el escenario del Parque de la Leyenda Vallenata.
En el escenario tradicionalmente reservado para que las agrupaciones vallenatas deleiten con su música a cientos de asistentes, estas dos atlanticenses brindaron a todo un país un magistral concierto de golpes sobre sus rivales para agenciarse sendas medallas doradas que le garantizaron a Colombia ser la campeona de esta disciplina en los Juegos Bolivarianos.
Angie es la séptima de una familia de 12 hermanos, vive en la urbanización La Playa, en el sector de Villanorte. Shirleidys, de 21 años, es oriunda el municipio de Polonuevo. Ambas hoy exhiben en su cuello orgullosas la medalla de oro.
Llegó al boxeo, por discutir por unos zapatos
“Fue un esfuerzo que vengo haciendo hace años”, explicó a Zona Cero Angie Valdés. La pegadora fue la campeona en la división de los de los ligeros, luego de vivir una historia más que particular para demostrar que tiene sangre de campeona.
A sus 21, recuerda como hace unos años una discusión por unos zapatos para atletismo le cambiaron la vida, justo unos días después de que, literalmente, la expulsaron del colegio donde estudiaba.
“Es que yo era demasiado grosera, mucho”, recuerda ya con algo de humor. “Yo en esa época practicaba el atletismo por las tardes y las noches. Lo hacía con unos amigos y era velocista (100, 200, 400 metros). Un día, por grosera, discutí con mi mamá porque necesitaba unos zapatos para practicar y al final le dije que ya no quería nada y me retiré de ese deporte”, recordó.
Su mamá, Reyes Telemina Pana, y su padre, Manuel María Valdés, siempre insistieron que lo suyo era el atletismo. Pero tal vez por esa rebeldía ella se fue para otro lado en la práctica del deporte.
“Mi hermana practicaba boxeo, todas las noches iba a verla y me sentaba a ver los entrenamientos, Me fue gustando y decidí practicar. A mi papá no le gustó, decía que yo era muy buena en el atletismo, que para qué cambiar de deporte”, explicó Angie.
Tal fue la desesperación que Manuel María llegó a pagarle a otra boxeadora para que le diera una buena tunda a su hija en un entrenamiento a ver si se le quitaban las ganas.
“Al contrario, me dieron más ganas, cómo era posible que esa pelada me fuera cascar”, recuerda hoy en día con humor.
Ya para el 2017 entró en la Selección Atlántico y en el 2018 en el Campeonato Nacional Juvenil de Pasto ganó el oro y fue premiada como la más técnica. Para ese entonces el ensogado le brindó a su segundo papá, el entrenador Luis Villarreal.
Ahí fue llamada a la Selección Colombia, donde ya en el Torneo Continental se colgó el bronce. Llegó a Valledupar sin la idea de ganar la presea dorada.
“No lo tenía en mente. Ya después de pasar el tiempo y tanto sacrificio, uno se va ilusionando. Lo sentí emocionante. Es el segundo campeonato internacional que salgo, muy feliz no te puedo describir lo que siento ahora”, comentó.
Ahora, todavía muy joven, quiere seguir su ciclo olímpico y en poco tiempo estudiar administración de empresas.
Ambiciona ser un ejemplo para sus demás hermanos. Su hermana, la que la indujo al boxeo, hoy se dedica a cuidar a sus hijos, mientras que otro de sus hermanos juega fútbol y otro, es ajedrecista.
Pasó de pegarle a los niños del barrio, al oro
“Yo tenía mi hermano mayor que practicaba, pero termine boxeando yo”, recordó Shirleidys, quien actualmente vive en el barrio Miraflores de Polonuevo, donde están sus papás y sus seis hermanos.
Ella tiene viva la reminiscencia de esa tarde. Su hermano mayor Jeison Orozco, estaba entrando al mundo del boxeo, a su casa lo iban a buscar para llevarlo al gimnasio. Pero el duro carácter que de chica manejaba le llevó a un tío de ella a preguntar si las mujeres también boxeaban.
“Lo que pasa es que cuando llegaron a buscar a mi hermano, mi tío preguntó si las mujeres también boxeaban. Es que yo siempre vivía peleando y pegándole a los niños del barrio. El entrenador dijo que claro que sí y me fui con ellos, ya luego no le pegué más a los niños”, explicó.
Eso pasó alrededor de 8 años atrás. Desde ese momento está completamente pérdida en el ‘Arte de Fistiana’.
“Me fui enamorando cada vez más, apasionándome el deporte, de verdad me gusta mucho. Hago lo que me gusta”, explicó a Zona Cero.
Claro que al principio no fue nada sencillo. Tuvo primero que seducir a sus papás Manuel Orozco y Mónica Martínez, y demostrar que no solo era bueno para ella para domar ese espíritu combativo que la llevaba a luchar con los niños en la calle, sino que la podría ayudar a salir a delante y, quién sabe, poder estudiar idiomas, su otro gran amor.
“Al inicio ellos no querían, pero es normal. No es deporte fácil, ahora mismo yo tengo todo su apoyo incondicional”, expresó.
En los Juegos Nacionales del 2019 logró la medalla de bronce. Rafael Iznaga, el cubano técnico de Colombia, le dijo que tenía potencial pero que debería hacer un duro trabajo para pulirse y obtener mejores resultados.
Tres años luego de ese día, el oro brilla en su pecho en su primer torneo internacional.
“Las rivales fueron de nivel, pues yo venía trabajando para eso. Fue mi primera experiencia internacional, estuvo muy parejo. Pero yo tengo mucha hambre de triunfo y voy a dar todo hasta el último aliento”, cerró.
Angie y Shirleidys podrían ser ‘damas de hierro’, por el recio carácter de guerreras que han demostrado. Pero, luego de comenzar a forjar su camino, hoy en día están chapadas en oro puro, despuntando en una carrera deportiva que comienza a brillar.